Qué me valga el alma.
Incubo un íncubo inconcluso.
Sucumbo al súcubo concubino.
Cuando lo abusivo es permitido y abuenado.
A ese mal pintado infierno tan temido, no le temo ni un poco.
Y me ando secretamente en los angelicales santos cielos precarizados y vulgarizados.
Para usurparle al perverso desprevenido la malicia útil para superar dulcemente la malaria.
Las cláusulas son inocuas en el contrato del tacto y el contacto, en el nexo y en el sexo.
El amor es rubricado en rubra sangre, rubro por rubro con bellos trazos en bastardilla.
Entre tubos de ensayo ensayo la perfecta fórmula prohibida en el probabilismo.
Así soy un poligrillo polígrafo en el tiempo del bolígrafo birome.
Y afirmo, firmante, le pongo la firma y firmemente lo firmo.
Las cosas no son como son, son como somos, dicen poray.
Sin doble vara y sin que se doble la vida noble del roble.
Como un fakir en su cama de clavos, mis reflejos sin reflexión.
Un parroquiano de todos los bares de mala muerte brindándole a la mala suerte.
En tiempos oscuramente obtusos obtengo de tu luz adecuada el sustento para crecer.
Florecieron nuevamente las sonrisas en mis labios de rizomas resistentes.
Portante por lo tanto del portento que a la vista de todos tanto se goza.
Cuando me nombren, que me nombren por mi nombre sin renombre.
Voy tomándole el tiempo a Cronos cronometrándolo de cerca.
Un tarambana, me tardé en la tardanza de la tarde tardana.
Los gustos y preferencias satanizados van satisfaciéndose.
Los estimados sentimientos desestimados reencarnados.
Vamos encarnando las pasiones crudas y descarnadas.
Sazonándolas y cocinándolas a fuego fuerte y lento.
A partir de ahora, lo que siempre fue para siempre.
Con el peso específico de un sueño cumpliéndose.
Emparejando lo desemparejado a propósito.
En metamorfosis kafkiana.
Redondeando las puntas.
Biselando las aristas.
Afilando y puliendo.
Cuándo no.
M.O.V.
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