Aletargo la tosudez.
Machaconería en eso de amarte.
De entregarme hasta la última gota.
Y el sexo que es tu extendida piel en flor.
En el intersticio del asolamiento aislado.
Los humedales reservados preservados.
Perversos apreciados apresados.
Prestamente los prestigio.
Soy referente de mi referenta a quien refrendo única.
Con nuestro lenguaje legítimo de lo que significa hablar.
Luchamos animosos contra la cosificación del amor.
Vandalizamos la banalización del sentimiento puro.
Nos vanagloriamos con nuestras victorias y derrotas.
Y yo, como una incitación a la revuelta, pido tu vuelta.
Qué cada segundo distanciados disto más del paraíso prometido y sus manzanas.
Lindamente lindantes, lideras con tus sonrisas lindas la retomada de nuestro bastión.
Alejadas de aquel lejano portaretrato digital electrónico en la que apareces tan distante.
Las fotos ahora son mías, de tal modo te capturo, catador captatorio,
en instantáneas, ingenuamente robo una parte de tu alma.
Para abrigarla en mis ojos, para grabarla en mi memoria.
En golpe de efecto, efecto afecto el hecho hecho afecho.
En voces propias, las voces de “Você” en voz activa.
Mucho te escucho en los perfumes de lo invisible.
Te saboreo como un aromático mango maduro.
Te siento fragante en tus fragancias en flagrante.
Te veo en mis palabras abstraídas, abstractas, abstractivas.
Te toco con la punta de mi lengua incendiada, encendida.
Te pienso con atención en todo el cuerpo atento y alerta.
Te escribo y te describo a mano en manoseo manobre.
Por lo pronto, prontamente, siempre estaré listo.
Pues así de nuevo aquí me tienes por entero.
Qué nos falta el tiempo que se escapa.
Qué no sobra el tiempo que nos obra.
Y con suma precisión es preciso que te diga cuánto te preciso.
M.O.V.
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