Nocherniego en Nochevieja.
Pasado, el tiempo pasa y no se pudre de pasar.
Fronterizas, la noche y la niebla. Velos desvelados por el velador a vela, lejos. Quietud inquieta.
A ambos lados no se sabe bien si es el denso humo, humo blanco o humo negro, de una quema proviene. Flojamente flota la humareda de humeante humedad. Humanidad, grey, gris, grita.
Se huele casi se duele la friabilidad de la frialdad estancada que nos pesa más de la cuenta en su levedad, leviatán en lírico levitar.
Olor a polvo descuidado , a sangre seca, la crosta de un ambiente entrecerrado cercado del misterio en el ministerio del ministro eterno.
Persecuta ceguedad de la ceguera perseguida y seguida de muerte para olvidarse de mirar.
Literal, en la litera del litoral, desprovisto improvisado, donde amenaza constante la crecida, donde el humedal que se acostumbró a ser invadido, al barro de cenegar que alberga rendiciones sin redenciones, frustaciones a fusta flagelante, tierra fértil en decepción.
Descepado campo compaginado y compungido. Limo del limbo liminar.
Del lado de la noche todo duerme, todo muere. La oscura soledumbre soleá sola para no despertarse.
Está todo dicho de la noche, poetizada, profetizada, profesionalizada, prostituída a los cantares y a los cantores que con ronco desgano rasguñado con uñas de los años, ya no la quieren cantar. Vieja artrítica que por piedad a sus huesos pide para que no le amanezcan más.
Sin estrella, un gran lunar sin luz lunar.
Del lado de la niebla un terreno invisible, dificultoso semblante de individuar, de tan dudoso hay que dudar.
Podía ser un charco a cruzar, una pendiente pendiente, un precipicio independiente, un peldaño para arriba o para abajo del descanso, un todo , una nada, la inexactitud en todas sus formas, lo que contenga o lo que incontenga, incontento o contenta, la piel áspera de lo inesperado supersensitivo en flor que muncha marcha a marchitar.
Asentimiento del sentimiento arrodillado, que es la condena a la pena vuelve porque nunca se fue, que no vuela, voló ni volará.
Innecesaria feta fateada translúcida divisoria de una fetal cara interna ilusa insulsa lúcida y una fatal cara externa en carne viva putrefacta.
Desanimadas ánimas silban sus últimados alientos.
Tienen miedo de no tener para dónde escapar.
O fumarse y esfumarse en un fumo ulterior.
En un dispar disipar.
M.O.V.
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