Santo y seña
- Mario Vidal
- 25 nov 2022
- 1 Min. de lectura
Señalización de señalizador.
Encendida tu luz de bengala.
Atravezado por la travesía.
Tal vez haya tenido suerte.
Al haber llegado a tu orilla.
Y la suerte haya sido tenerte.
Un anudado nómade anodado.
Atados los cordones acortados.
Desatándome los sentimientos.
Sonajero, sonrío contigo ahora.
Con mi mundo entero en tus ojos.
En estos desarreglados renglones.
No sé si es que me cabe a mí contarte.
Hago de cuentas que hago bien las cuentas.
Pero igual te cuento con los dedos de mis dos manos.
Como los números son exactos, el resto es cero.
En buenos términos te verbalizo y me verbalizo.
Doy la nota y se me nota, cómo se me nota.
Como ilusionista, soy un fracasado.
Me muestro tal cual me ves.
Nada me queda entre dientes.
Escarbadiente en la comisura de los labios.
Atesoro en la boca tus besos más húmedos.
Pares, juntos a la par, de par en par.
Duro y parejo.
Vivo de verdad.
Mojame la oreja.
Ceño fruncido, seño.
En entrecejo los entresijos.
De ojalá alojo un desalojado.
Por una rendija me redescubro.
Entreveo de extremo a extremo.
En este entreacto, entreabierto.
En entreancho entretenido.
Boca abierta en bocacalle.
Entre callé en entrecalle.
Yo, entre tanto tránsito.
Espantado espantajo.
No le esquivo al bulto.
Un libelo bibelot.
Hijo de vidriero.
Bajé del bondi.
Lope de Vega.
Terminal Retiro.
Cincuenta y seis.
El santo y seña.
Mi propio bando.
La banda en banda.
M.O.V.
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