Un dios interior que todo lo ve y que todo lo escucha que contigo está en todas partes.
No tan sabia la savia se te va por las ramas de la santificación.
Tu narrativa en nervadura de hoja. Historias capciosas capilares.
Subida al sucesivo tronco de un tiempo atarantado a lo Tarantino.
Ansia ávida en transpiración perenne de recreación altiva activa.
Argucias argumentales en las calladas yemas del creador en su creación.
Brotando a borbotones estacionales recortada por los bordes del limbo.
Te hacés haz y envés, empulgado festoneado repulgue.
Le apuntás al álgido ápice que repunta en punta.
En lo frondoso al frente de todas resaltás.
Alta en el cielo celoso que te hace apagar.
Romantizado como azar el verdugo vendaval.
De cuajo el últimado hilo deshilachando vida.
Al intangible tanto, a la felonía chalada de la libertad, vacía y de infinita finitud.
Arrojado arrojo amarronado del arrobado espíritu al desarropado aherrojamiento.
De soño preñada, apremiada, premiada por pisoteo y olvido en urdidumbre de pudredumbre.
Empatizado pastizal que ni te vio venir, ni de ti sabe, ni te siente ni te entiende, pero, te recoge.
Abierta y expuesta como un mal colado collage de colegio para zafar con la nota a última hora.
Hipérbole embolante, paradójica parábola para los bolas tristes que se la creen tanto.
Consumida consumada consumición. Escombros de lo material y lo inmaterial en montoncitos.
Broza en leprosa prosa desintegrada en distrito distraido de tus detritos.
Humus embarrado ensuciado por el pestilente barro humano.
Y a dónde queda el qué de qué del dónde y el cuándo, el cuál de quién o de nadie?
Y el por qué y el para qué del cómo carajo?
Y el enrarecido aire del puro apuro a prisa?
Y tus enervados manojos de nervios?
Dónde la esencia rasa del ser ser?
Será qué valió la pena?
M.O.V
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