Foto: Carolina Vidal
Nunca sabré mirar con tus ojos.
Almacigos del alma con hierbas dañinas.
De vuelta la vorágine de los viejos viajantes en Zero a vuelo rasante.
Amarradas armas en picada, pican como abejorros ciegos y enfurecidos. Mueren, después.
Cosplay de travestidos japoneses permitiéndose, animándose, entusiasmándose.
Haraganeando.
Prisa presa al preservado pretérito distraído.
La carátula del caradura. Impresentable, arrugada, garabateada, barateada.Una bagatela.
Enderezados y encaracolados.
Remitentes reticentes remitidos a domicilios y a paraderos cautivos al destiempo añejo.
El viento vive, viviendo a salvo en su fluída huída libertaria. Un chiflete.
A las escapadas se me cae un frase que arrima confusión y no rima con nada.
Junto a las monedas, las llaves, el talón de recibos.
Soy un futuro en camino, dice el Che.
Desvestido y despiadado, deshabitado.
Poca empatía para Hipatia de Alejandría. Fuera de todos sus cálculos.
Todo vuelve.
Rasca la hojarasca calles secas en torbellinos ocres.
Aguardentoso diapasón melancolizado.
Aromado y cenital blues azul espacioso.
Corazón de motel.
Anorgásmico.
A frotar la lámpara que el genio aparece.
Crítico el santurrón critica.
Un tragasantos escupe fuego.
El ateo atiza las llamas.
Quilombitos.
Interfaces entre fases y faces.
Estaba escrito de antemano el guion con improbables improvisaciones.
Se cuelan náuseas trizadas en tizas rechillantes en pizarras negras.
De regresos en bondi de parados, hablamos.
Perspicaz emboscada enluta la noche.
Dormirse en olvidos y no despertarse a tiempo.
Plañideras, plan de lágrimas y lamentaciones de funeral.
Desconsoladas, afligidas, acongojadas. Un arte. Efectivo en efectivo.
En deuda, el dolor de los deudos.
Esa te la debo.
A la cucha!
A roer el hueso.
Encías sangrantes, dientes apretados y molidos.
M.O.V.
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