Todos hijos de dios, hijastros, ahijados o bastardos bastardeados.
Pellejos de todos los colores. A los impúdicos los vestimos de mantos sagrados y de cruces encrucijadas, a los incrédulos con fuego y brasas, a los sediciosos sedientos los secamos a piedrazos y fierrazos. Tormentos de tormenta que nos atormentan, tempestades en vasos de agua.
Vesania divina fue crearnos y creernos. Cristo y anticristo las dos caras acuñadas en la misma vil moneda que paga con miedos indexados a los temerosos fotofóbicos encandilados por las luces de dios y lucifer, en este cuarto intermedio oscuro. Uno, héroe, herodiano sobreviviente, el otro, el villero villano de la historia. Ante la acumulación de males, desgracias, epidemias, masacres, catástrofes, calamidades, desolaciones y diluvios, a alguien había que culpar por las ineficaces y desmañadas manos artesanales del creador y sus horrendas criaturas, y así, nació satanás.Alguien para meter la cola. Bien humano eso de echarle la culpa a otros por los errores propios. Mundano, caído el pobre ángel, un pobre diablo.
Desagradables, biodegradables somos.
Cuenta regresiva de este cuento regresivo.
Perdido, no me busquen. Embotellado en mis mensajes de océanos infinitos, aterido, incubado en eternas nieves, liado en lianas de selvas impenetrables, despresurizado y apresado con prisa en cielos indefinidos. Sempiterno, en mi termo me revelo solo.
Salgo desguarecido de mi guarida hasta la orilla del sol, desafiando, la ola de calor.
Desconstruir, ladrillo por ladrillo, separando los buenos, que no son muchos, sino la casa no se estaría viniendo abajo. Bocanada y en la boca, nada. Agarrado con la punta de los dedos de la pestaña más larga de dios y con el silencio en la punta de la lengua, él, me mira. Un único pedido, que no parpadee. Atragantando alabanzas, desequilibrando su balanza, me balanceo volátil, sutilmente, intentando no quedarme entre su ceja y ceja. Por las dudas.
El amor se hace, no se dice. Qué me van a hablar de amor.
Multiplicada multitud de andrajosa humanidad, me avergüenzo en estas ropas, la que la moda impone, fachera, fachista.
Solícito solista, interpreto a mi manera, desafinando, blasfemando verdaderos falsetes.
El agua habla, la escuchamos sin entenderla.
Uso las armas españolas, pero me siento precolombino con la pluma en la frente, inocente, me enriquezco sin robarle nada a nadie.
Locura y cordura, tan parecidas.
Majareta sin caretas. Tarumba hasta la tumba.
Dejen la luz prendida que me prendo. Una cucharadita de erupción para piromaníacos.
Como buen pirado, me las piro.
Piense, luego exista, sin descartes.
M.O.V.
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