Alguien desde un lejano oeste, sitio árido y remoto si lo hay, con el control remoto en la mano nos escribe a secas, nos narra y nos desgarra, nos desgrana, nos cuenta a cuenta en cuentos, nos ata y nos relata, nos ofrece, nos vende y nos remata al final.
Prefiero creer que soy esto, un personaje autónomo que se piensa y que piensa por demás a los demás, al todo en su rejuntado conjunto y a la nada del todo en su apariencia de invisibilidad.
Aunque las circunstancias circunscriptas a los circuitos que me circuyen, las circunciciones certeras , el cercenar continuo del paisaje de lo diferente y toda la perfecta inmundicia de un mundo que me circunda ,no es que me incumba, no me pertenezcan.
Guarecerse medrosamente en el fondo de una húmeda cueva, despeñarse zapateando en una peña folclórica, desempeñarse correctamente resuelto, serenarse sereno al sereno de la noche de la fábrica improductiva , alterarse en alteridades promiscuas señaladas con el dedo indicador de lo que es indicado, desincentivar y desinflamar al fuego sagrado,la desinfección y propensión a la desafección, nada hace la mínima diferencia.
La conveniencia de la convivencia nos automatiza y nos amontona en sociedades de hipócratas, mezquinos, cruentos dictadores sumisos masoquistas, una mazamorra amarga , una mezcolanza de alquitranes recalcitrantes, de grises, duros y cementados cementos en cementerios vivientes con flores de Bach, de caras berretas y caretas caras en carnavales fuera de época en las estatuas de mármol símbolo de la belleza eterna de una eternidad efemérides de un día efímero. Y dejamos de ser productivos y atractivos, servidores y serviciales, guapos a lo guapo, atléticos intelectuales sabiamente entrenados, la pose estudiada del producto de exportación marketinero, el último orejón del tarro, el joven promisor promovido a la promoción y somos viejos desbordados del vaso chico del sistema empujados por la espuma que no es más que pura espuma.
Las palabras caen por su peso en un saco roto, el del olvido, voluminosas inaudibles por el bajo volumen de su voz ronca y desgastada, su altivez altisonante altilocuente de antaño cantan nostálgicas catarrientas en un altillo aposentadas al júbilo de una jubilación miserable.
A nadie le importa nada en realidad, fingen atención tentados al atentado y a la detonación, simulan un simulacro constante de un sueño que creen haber soñado y como tal, difuso, nebuloso, agobiante, impreciso, se desvanece tras los turbios tules de la efectiva forma de una formalidad deforme, asustadora de un film de terror clase B.
Es importante lo importante?
Por tanto y por lo tanto, es mejor tener preparada la coartada para la cara cortada, o un cortado, con más que leche que café.
M.O.V.
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