Espinoso en la punta.
Siento decir lo siento.
Me tengo sin cuidado.
En cuidados intensivos.
De ese problema yo no me hago cargo.
Nada, nada esencial me es invisible a los ojos.
Te leo en el entrecejo, en el entredós, en el entremés, de entremedio.
En el entredicho, en lo no dicho, en el entresijo, entre las tipas, en tus entrelíneas.
En mis entrañas se me pierde tu rostro desvanecido en las entretelas de un tiempo pasado.
Se te extraña en tu presencia presente en el atuendo tradicional, el de siempre, el de entrecasa.
En principio, en el principio de razón sufiente, todo tiene un porqué.
Por qué? No sé. Es estúpida la razón en razonabilidad razonable.
Excepcionalidad preponderante a lo embellecido naturalmente.
Embabiamiento al espontáneo florecer de lo fuera de estación.
Errado errabundo destino errante erradicado del divino cielo.
Siempre se vuelve al lugar del crimen.
Siempre se vuelve al primer amor.
Siempre se vuelve a uno mismo.
Siempre al punto de partida.
Para cerrar el círculo continuo.
Bienaventurado, sea bienvenido.
Entre, por aquí, póngase cómodo.
Por favor, siéntese y siéntase en casa.
Me entreduermo y en entresueño, sueño.
Disminución de lucidez en la consciencia.
Perdiendo el timing del cuándo y dónde.
De lo imprevisto, de lo improvisado.
Improvidencia de lo improbable.
Sin toc toc, sin tictac.
Lo tiento al tinto.
Saboreémoslo.
Eternalmente.
M.O.V.
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