Noche sin luna.Las estrellas a sus anchas perforando el infinito color tizón. En el campo, las luces se encienden solamente en el cielo, para diferenciarse de la irracional actitud humana que en las manos de unos pocos riega de oscuridad los prados, montes, montañas y valles.Y nos matamos organizados en naciones por ellos, los dueños que nos hacen creer que también somos partícipes de sus riquezas.Simbólicamente embanderados y a grito vivo cantamos himnos que hablan de una libertad ilusoria y valores que no nos abarcan. Emociones encontradas, al escuchar a aquel patrono que se dice tener hasta donde la vista da. Como si los brazos alcanzaran.Cuando hay para todos. lo que significa la diferencia entre vivir y morir para la mayoría y que el mayorazgo no se permite entender.Y ni saben de manos en tierra, colectar los frutos del sudor, de espaldas gruesas, de cansancios infinitos hasta el nuevo día. Ni el sabor del propio esfuerzo, auténtico y extremo como el clima que jaquea y condiciona al que no puede escoger solo recoger para sobrevivir.Y para el que tiene su pequeñísima parcela a la que los lobos acechan, hambrientos de poder en sus copiosas mesas, que no pueden ser copiadas en cada uno de las moradas de este planeta. Y crecen los sin tierra y los sin techo y los chicos de la calle como crecen las posesiones de los que poseen con poses petulantes y despectivas, eso sí, cariñosos con sus canes que son exceptuados de una vida can. Y hablan de méritos y no de igualdades. Y afirman sacrificios, que son de los otros, y se muestran sensibles, frente a la tv en la que se ve lo que se quiere ver.
En el cielo las estrellas, en el campo las espinas.
M.O.V.
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