de ambulantes y sus gangosos parlantes, de sándias dulces las sándias.
De conversar parados en las paradas de colectivos demorados.
De perros callejeros y sus colas felices, de dueños en cada esquina y en la esquina, los wachos.
De merenderos, comedores populares, todos en la misma olla.
De zapatos maquillados de polvo terrestre o embadurnados de barro. De patear piedritas y chapitas.
De gallineros con sus gallos despertadores.
De potreros y canchitas multideportivas en el asfalto, cuando hay, demarcadas por las lineas de alquitrán.
De cirujear en las calles, respetando a los coches y señoras mayores, dejándolos pasar. Todos árbitros.
De descampados en los circos. De desamparados.
De gitanos y sus carpas. De destinos como mapas en las manos y polleras arrastrándose en colores. Cuidado, te pueden secuestrar.
De siestas eternas, sin gallos.
De ir y volver al toque hasta la panadería por dos pancitos con la ropa rotosa de casa.
De mate cocido, tortas fritas, pan casero, mate amargo y lavado.
De goteras en techos de chapa, y banderas sucias pero amadas.
De inundaciones que no bajan nunca, donde pierden todo los que nada tienen.
De Ring Raje y el último cola de perro, escondidas memorables y piedras libres.
De barricadas en la calle para que la fiesta llegue antes de fin de año.
De basurales, quemeras, zanjas y zanjones, renegridos.
De conocer al vecino por el nombre y a toda la parentela y su histórico.
De cantidad de manos y brazos ante los imprevistos.
De coches rateando, antiguos, no coleccionables. De rateros, ratis y ratas.
De los viejos y las bochas.Peladas.
De verdades de baldosas flojas.
De Unidades Básicas auxiliadoras, como bazar humanitario, con oidos y discursos peronizados, escuchan y de nuevo las manos.
De cañas, cáñamo,cardos y flores silvestres.
De paraguas que son para el agua, no las paran.
De chatarreros, botelleros, cartoneros, todos autóctonos.
Tierra de negritos, de trenes y colectivos, enlatados para ir a laburar.
Tierra de nadie, o peor , de la bonaerense.
De casas a los ponchazos, de paredes desvestidas.
De fábricas que ya fueron y cortinas bajadas a la fuerza. Tiempos que quisieron ser.
De glamur cero, lejos de las fuertes luces.
De criaturas que ni por acaso aparecen en los comerciales de tarjetas doradas de veladas iluminadas por velas. Velas para los santitos o para cuando falta la luz. Seguido.
De plazas con bancos serrados, de cuentas atrasadas, de libretitas de fiado.
De verduleros que son verduleros y carniceros, carniceros.
Al pan, pan y al vino ,Toro.
De villeros, cumbia, murgueros, carnavales,reggaetón, de alegrías perecederas con sabores intensos.
Los porteños pierden, no ganan. La boca que traga al país por el puerto. Y también lo vomita. Los porteños son embajadores de canchereadas y pioladas, así nos representan en el mundo. De esa manera también votan en democracia o golpean puertas de cuarteles, o simplemente cacerolean cuando les conviene.
Aunque no parezca, hay vida después de la General Paz.
M.O.V.
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