Foto: Thiago Gonçalves Vidal
Hambriento de decires que me alimenten la panza.
Descorazonado como un alcaucil en vinagre.
Elegirme un alias que convine con mi cara.
A propósito apóstata en apoteosis despabilada.
Despeinado al costado de la foto de colado.
Rascándose el higo a dos manos.
Es por la recesión, que se le va a hacer.
En la panadería, pan duro de ayer.
Quiero darme de baja de esta obra social.
Amputada, corriendo la coneja la movilidad social.
No le alcanzan las patas, ni la suerte por lo visto.
Como una imagen imaginaria lo que se espera del amor.
Mirando pajaritos los pajarones pajertos.
Engrupidos por un berretín de chicos por un chocolatín Jack.
Tatuados de payasos para que no se nos caiga la sonrisa.
Contagiosidad constatada, constante y continuada.
Apuntada en los índices. Mala educación.
Despampanante pasa la Juana alocada.
Busca locación, la dejó de garpe en la calle el dorima.
Sumisa asumida sumida a su condicionada condición.
La piropean unos guarangos empatotados, no les dice ni mu.
En otros tiempos les rajaba una reverenda puteada, y se la tienen bien merecida.
Pichicateado el Gato, con lo que le resta de sus siete vidas.
Acurrucado en una ochava de las cinco esquinas.
Llueve con el oropel de lo que en su hora marcada se va sin chistar.
Las alcantarillas en las bocas de tormenta atragantadas de hojas borrascosas.
Parpadea sus excentricidades reflexivas el empedrado en adoquines laqueados.
Untado el cielo de nubes enmantecadas despidiéndose con las últimadas luces.
Se finaliza la tarde como suicidándose sin remedio y sin recetas válidas.
A solas y a oscuras para que no se vea la sangre derramada.
M.O.V.
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