Paso el tiempo buscando tiempo en mi celular, para arriba, para abajo, con el dedito, paso, paso.
En la televisión, venden de todo lo que no es preciso, nada de tiempo preciso, ni en cientos de canales, prole de los únicos cuatro del tiempo de ñaupa.
En las estaciones de ferrocarril, de subterraneos, del año. En ese tren que se va.
En las ventanas como cuadros móviles. Busco. Sólo casas, en venta.
En la alacena, entre frascos, potes, paquetes, bolsas.
En las madrugadas insomnes en las oscuridades del cuarto y sus cuatro rincones.
Disimuladamente, en los cajones llenos de momentos perdidos.
En los pasos acelerados, crecidos que tropiezan entre sí y no llegan a lugar ninguno.
En las páginas de los libros más amados, jamás prestados.
En las cola que más duele, la de pagar.
En las nubes que se forman y se deforman, que marchan y se marchan.
En las aceras y los chicos correteando. En los barriletes en donde se cuelgan bien alto.
En el reloj de la cocina cuando cocino y cuando las papas queman.
En los remolinos de café y los remos acucharados.
Me tomo cinco minutos, te tomo en un té, sumergiéndome y emergiéndome abrigado por un saquito.
En el vaivén de las olas, de las dunas, de las ganas.
Debajo de las piedras, bichos que se hacen bolita, aparecen.
En los semáforos rojizos, ladrones de tiempos.
En los juguetes cinéticos, hipnóticos,que también nos roban.
En los extractores de aire de una fabrica vecina, helicoidales que no despegan.
En el viento y sus danzas folclóricas en los vestidos agarrados de piolas bien piolas, desde una terraza.
En las palomas sin mensajes, en las cornisas derretidas en los muros.
En las llaves, quién sabe adonde las dejé.
Busco tiempo y me pierdo en mi propia mirada.
En garabatos de agendas de recados, circunvalando a los teléfonos inútiles y sus mesitas, cuando reclamo por atención y responden con músicas de espera que desesperan.
Alternando entre los entrededos, las lapiceras juguetean.
Precisamos de un tiempo, y el tiempo no para, de llover.
M.O.V.
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