Recrudece el descrédito ante la inmediata luz cegadora del segundo sol.
Necesidad de necedades cenagosas alimentan la furia a la jauría mientras tanto.
Hieden pestilentes los edenes prometidos en la tierra prometida.
Empíreo empíricamente insondable, artificial.
Hocico negro, te huelo desde lejos. Perro de caza en caza.
Onírica mazmorra que martiriza al enclenque entramado del entendimiento puro.
Moler la molera insistentemente sin sacarle el jugo suficiente guadaña esa proeza.
Salir jugando como premisa, como escapatoria transitoria al cerrado cerco táctico perimetral de la locura.
Demente espera a la esperanza.
Achatar el achaque y disimular el descalabro ocasionado con altura.
Con el garbo de Greta, con la terca tersura de la tercera edad.
Como una mula, trafico inconclusas conclusiones insalubremente insanas.
Muestras gratis, me piden, y se las doy, claro.
Bordeando el bordo, el bermellón del alquimista a borbotones sueltos en granadas sangrantes implosionan devastadoras. En la boca, en la garganta, en el ojo.
Como robado al pasar, comiéndome la cabeza, punga de pezuñas punzantes revuelve la carcaza rabiosa del pasado llevándose enteramente mi tranquilidad.
Metal fundido, de pobre aleación ,azucenas anaranjadas, de muerte súbita.
La brevedad de la breve edad. El infinito importado. Miradas clavadas desclavadas.
Delicias del charlatán servidas aleatoriamente en la mesa. Improvisadas casi siempre.
En la punta de la lengua las tengo, sabés, aquellas palabras, empalagosamente dulces.
Discurrida tertulia en chichería con conocidos desconodidos.
Chucherías adornan graciosamente los escaparates.
Van creciendo las sombras para adentro y para afuera.
Elucubrado parecer lúgubre, en definitiva, apropiándose hasta de las propinas. Infelizmente.
Distinto y distante.
Inanición inabarcable de frescos pensamientos digeribles y nutritivos llevan al repentista adiós.
Elipsis a los elixires redentores soplan las velas de esta velada.
Cuáles hubieran sido sus primeras últimas palabras?
El canto del cisne.
M.O.V.
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