...piden pan , no les dan, piden queso, les dan hueso y les cortan el pescuezo.
Canción popular infantil.
Historia de los que amanecen pobres y duermen pobres.Que nacen barriguditos y mueren barrigudos y sin dientes.Canosos los que llegan. Con canas alrededor para recordales la musiquita, a palazos, con nubes picantes hasta las lágrimas, los sobrevivientes.Nuestros gobernantes la siguen al pie de la letra, acorralando indígenas desde siglos, apuntando sus largos índices, los mismos que usan para la nariz, o para metérnoslo en el ano,cada año, examen de próstata no consentido,sin esperar a los cuarenta. Dedos férreos dirigidos a los que nada tienen, a los que crecen bajo cielos agujereados de chapa y paisajes de cartón y madera, oliendo a clocas y basurales, a descuido y violencia,masticando polvo y miserias.
La tararean, taradean, en la televisión, en la radio,en los diarios, y nos suena natural , porque es el doctor el que la canta, es el empresario, el periodista, el juez,el profesor, el conductor. Chau, chau, chau.
Y la bailamos todos de la mano, en ronda; circulando, circulando. Hasta cuando la entonaremos sin pensar, sin ruborizarnos, sin parar de rodar como trompo idiotizado, sin reirnos, sin tener vergüenza de lo que somos. Me senté en las sillitas del jardín de infantes y escuelas privadas en épocas púberes e inocentes, junto a criaturitas, de nesquik calentito y galletitas rellenas, que ahora de grandes les encanta continuar cantándola, junto a un repertorio de pelotudeces mediáticas..En aquellos días no entendía muy bien las rabietas de mi viejo, las discuciones acaloradas de los mediodía de domingo, mismo en invierno. Ronco en la voz de todos, el discurso, de brazos abiertos y para arriba, abrazándonos. Ay país, país, país. Marcha de la bronca.Para el pueblo lo que es del pueblo. Pertenecíamos a la clase mierda, pero mirábanos en los ojos a los otros, los que más sufrían. Y por ellos desaparecíamos.
Politicamente correctos, siempre me pareció contradictoria esta artiulación de palabras, a mis amiguitos crecidos ya, los veo con globos, cotillón, bailando como en las fiestitas infantiles. Tan biónica.Despaaaciiito.
Cuál el placer de ver a los otros padecer. Los estudios lo demuestran, nuestro cerebro es cruel. Una ecuación de sadismo, algolagnia y masoquismo.
Cómo duermen?Píldoras.Cómo pueden tener paz sentaditos en sus cómodos sofás? TV. Cómo hacen para pasar y no ver? Viajan al primer mundo. Transforman los dolores de las mayorías en dólares de unos pocos.Les encanta sermonear desde su alto pedestal, libres de pecado con cinco piedras en las manos. alineados,alienados.Son los que se recrean con porritos y beben socialmente.Los otros, faloperos y borrachos.Nada como un buen pelotón de fusilamiento para cegar lo que no quieren ver, exterminar con esa legión de abanderados de la pobreza y con ellos, a la muchacha ordinaria que me exige sus derechos, el basurero chistador, los franeleros en las calles y avenidas, los chicos de la calle, perdidos, los pidientes, los cirqueros y con ellos los bolivianos, paraguayos,peruanos, colombianos, jujeños, salteños, mapuches que son todos la misma cosa.Como el Rober, la Mary o el Brayan. Y la cumbia, el reggaeton y los pibes chorros.
Las sobras, las escondemos abajo de la alfombra, en las villas y reservas cercadas por Gendarmería.Lejos de la metrópolis.Algunos pueden servir, que la esclavitud no se ha acabado. Y para parecer justos, jueces con las balanzas descalabradas, con dos medidas.Esos ya los tenemos, hace tiempo.
Argentinidad al palo. Se viene el estallido.
Buenos Aires, aires buenos.
Triste la suerte de los maderos de San Juan.
M.O.V.
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