Aterrado terruño terreno.
En los grises borroneándose.
Sombras extrañas en el rincón.
El miedo miente para ganarnos.
Los sepancuantos desgañitándose.
Su ruido es arrastrado y resbalado.
En mengua las lágrimas vivas aguas.
Como arroyito cordobés de traslasierra.
Veranito fuera de época, llegando septiembre.
Importante es lo que viene a incomodarnos.
Lo digo y lo repito cientos de miles de veces.
Resabiado, reseco, receloso resero de a pie.
Mi palabra está escrita en sangre sangrante.
Doy fe y te doy mi feo apalabrado de palabrerías.
Mi mejor contraataque es contradecirme.
Siempre a la altura de las circunstancias.
Mis vuelos bajos son vuelos de cabotaje.
Prácticamente practicante amateur del amor.
Los céspedes verdachos de la verdad en vereda.
Polen de oro en la orogénesis lejos de la luz del sol.
Veo veo una cosa maravillosa de color carmesí encarnado.
Qué veo? Qué no veo? Qué infiero? Qué infierno periférico.
Deshilachándose el neón fluorescente brillante tembloroso.
Esas tres viejas chotas, la Cloto, la Láquesis, la Átropos.
Hilando, devanando y cortando los hilos de la vida corta.
Aparcada la parca, parca, espera en el arcén de la orilla.
Lloriqueos de lloraduelos no bastan cuando ya es la hora.
Desfinanciamientos, intereses altos me tienen sin cuidado.
Me esperanza saber que todavía estás cerca y acercándoteme.
Cercándome y acaraiciándome finalmente, finamente, afinadamente.
M.O.V.
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