Alharaca

Alunizaje de alucinógenos en algún lugar de mi lado oscuro.

Tiritante titiretero itinerante tiranizado perdiéndoseme el hilo.

Antes de venirme abajo del todo, facheo el bacheo en esta fachada blanqueada.

El cerebro arrugado, fibra nerviosa afiebrada en fervores del por favor favorecido.

Secadío de las células humanas en el secadero de la comisura de los besos preteridos.

En mis extrañas entrañas, austeros pordioseros, le pijotean las migas al tiempo malgastado.

Con un apotegma raso, un chascarrillo, cuentecillo gracioso, dicho chiste un retruécano.

Tendría que amigarme conmigo mismo y parar un poco con esta pavada de escribirme.

Alóctono alocado con alotrópicos aires enrarecidos, río sin sentido ahogándome.

A los manotazos, veo que me miras pero fingiendo que no me ves, me hundo.

Respingo respiros como respuestas reaccionales al dolor resentido resistido.

Horizontal carenciado rojo sol entardecido, extrarradio irradio lo contenido.

Hacia el margen, la orilla, el borde, más allá de todo los límites permitidos.

La rebaba del reborde, por las aristas del filo frío desafilado roñoso.

En la tiza de la silueta que me redondea en el piso remojado.

Repulgue apretándome, me pellizco para evitar el reviente.

Sueño con el sueño de soñarme despierto de ojos abiertos.

A salvo de salvarme, el tintero, la pluma y la salvadera.

Remordido el corazón por el remordimiento remorado.

Tinta roja diluida en aguas rubias túrbias acaudaladas.

Sin alharaca el alacrán mata, como mata la humedad.

Nocharniego en un cuidado descuido de la noche.

Todo se me niega, niego todo así entonces.

Es que crímenes perfectos no existen.

M.O.V.