Foto: Carolina Vidal
La muerte un espejo que nos devuelve el último reflejo. Como el de Alicia, interponiéndose entre dos lados, un intervalo. Hermanada con la vida, se lleva la peor parte, nos espera en el portal. Tiene mala prensa, parca la parca, guadaña, asusta a los que también se asuntan con la vida. Para los intrépidos, aparece boluptuosa, Morrigan y sus cuervos que no son los de Boedo, Ereshkigal vengativa violentada, Manam Brigitte gallo negro que cuida de tumbas, Perséfone, en otoños e inviernos, Izanami hábil creadora, seductoramente finiquitan la fina membrana de una etapa. Como me conozco, será en su lecho o en el mío o en el de un río. Un tumulto habrá en mi túmulo. Para atrás, la vida,grito pelado cuando llegamos, descuartizadora de margaritas, cañaveral que canta en la ventolera de la buena o sin vento, los mudos muros de los lamentos, los sueños de purrete y los porrazos sin pitucones ni rodilleras, toboganes, calesitas, subibajas, los clavados en aguas rasas, aguacero que arrasa donde pasa, remontar, rebuscar, remolcar, rapiñar; de vez en cuando, ramilletes de mustias florecillas, arrimar la bocha a regañadientes, embocarla de refilón,picotear y pijotear y pichulear, goteras de felicidad en tejados de chapa para que pase el temporal, las terceras finalmente vencidas, una de cal y una de arena a cara o seca, quemando las naves para seguir remando.
Duelo a muerte en la hora señalada.
Del otro lado espero un camino de gramilla fresca hollado por una peregrinación delicada de transeuntes, hojas de abril en cualquier estación forrarán aquella rúa, diáfano será el lenguaje usado por el día, multiples aureolas compaginarán la redonda luz, agapantos azules, jazmines del cielo y jacarandás al tono, rosas rosas de Barbacena y de la China,lavandas con toda su banda, hacer con que todos los acer aparezcan oxidados, azahareros sin azar, girasoles obsecuentes, acacias y yucas disfrazadas de navidad. Sones que son lo que son y deleitan. Con pueril ansiedad para consumarme y consumirme, no me importan las circunstancias de actas de defunción, acompañado hasta último momento por mis principios y finales, me iré.
Antes dejo las jorobas, las deformaciones, las cicatrices, los tantos tontos devaneos, la sapiencia añosa en el traje, el reloj y sus manecillas, los acentos en las poesías preferidas, las patas de palo y las muletas.
Tres cuarto perfil derecho. Morisqueta de moscardón.
Les dejo el muerto. Muerto el perro se acabó la rabia.
M.O.V.
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