Don
- Mario Vidal
- 18 abr 2022
- 1 Min. de lectura

El dónde el don de Don Mario.
Un refugiado sin refugios.
Puente y a la vez un túnel.
Afloro de un flor de viaje.
Catártico con salsa tártara.
Solo en la muerte estamos solos.
Después de morir habrá tiempo.
Reemprender para reaprender.
No muchos sentimos mucho.
Ni nos mentimos mucho.
Buscando verdades.
En un ser sin poseer.
Estoy entre nadies.
Barajar los naipes.
En una única mano.
Jugándome así la vida.
El amor insatisfecho sale.
Aparece la primera carta.
Inapelablemente insaciable.
Irremediablemente irreverente.
Qué no se piense que me dejé de importar.
Pues entonces, es ahí que más voy por más.
Intento entre los destientos del destiempo.
Entre desencuentros de la ansión y la pasión.
Y en una parada, café con leche y medialunas.
La vista perdiéndose en un algún punto de fuga.
La perspectiva en dos paralelas yéndose al infinito.
Un paréntesis de calmaría para abrevarse el ánimo.
Al final, soy abreviador de nostalgias en textos extensos.
Y tomo distancia de las distancias y las despedidas.
Como un carterista caricaturizado robo sonrisas.
Con cortesía carismática y sutilmente.
En un abrazo salvador para los dos.
Es que te devuelvo lo robado.
M.O.V.
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